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El movimiento de Trabajadoras Remuneradas del Hogar y los 16 días de Activismo


 Organizaciones de Trabajadoras del Hogar – 25N

El 25 de noviembre de 1960, las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Eugenia), activistas políticas dominicanas, fueron brutalmente asesinadas por orden del gobernante de República Dominicana, Rafael Leonidas Trujillo. 33 años después, la Asamblea General de las Naciones Unidas, designó este día como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y las Niñas, para denunciar la violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo.

El 25 de noviembre y los subsiguientes 16 Días de activismo contra la violencia de género son conmemorados por movimientos de mujeres en todo el mundo, quienes se aseguran de que los gobiernos y la sociedad no se olviden de que 1 de cada 3 mujeres en el mundo ha sido, o será víctima de algún tipo de violencia basada en género, es decir, por el hecho de ser mujeres.

Los 16 días de activismo del 2018 finalizan el día de hoy, 10 de diciembre, Día internacional de los Derechos Humanos, declaración que hace 70 años buscaba la equidad, justicia y dignidad para todas personas en el mundo.

En América Latina, la región más violenta hacia las mujeres en el mundo[1], estas fechas tienen una especial relevancia. Organizaciones de mujeres en toda la región se han movilizado para demandar un alto a todo tipo de violencia. La violencia hacia las mujeres, cuerpos feminizados y cuerpos no binarios en América Latina es física, verbal, psicológica y se manifiesta de diferentes formas. Para las trabajadoras remuneradas de hogar, las violencias ejercidas contra ellas son estructurales, normalizadas y exacerbadas al aún no ser reconocidas con los mismos derechos y protecciones que otrxs trabajadorxs. 8 de cada 10 trabajadoras remuneradas del hogar en la región reportan haber sobrevivido algún tipo de violencia en los espacios de trabajo, y aún no existen mecanismos de protección o rutas claras y efectivas de denuncia para la violencia y acoso sexual en su lugar de trabajo.

El trabajo remunerado del hogar es realizado en un 98% por mujeres, quienes viven en situaciones de discriminación por su condición de clase, edad, origen étnico o situación de movilidad. En América Latina, las trabajadoras remuneradas del hogar son usualmente afro-descendientes, indígenas o migrantes en situación de pobreza y pobreza extrema. En nuestro continente, las trabajadoras del hogar representan hasta el 60% de los migrantes internos y transfronterizos, y en condiciones de movilidad y refugio, no siempre pueden realizar denuncias por temor a las autoridades de inmigración. En el trabajo doméstico remunerado se observan con frecuencia situaciones de trata y explotación infantil; la OIT calcula que hay más niñas menores de 16 años trabajando en el servicio doméstico que en cualquier otra categoría de trabajo infantil en el mundo.

El trabajo y confinamiento forzados son también comunes en el trabajo doméstico remunerado del hogar, además del acoso y abuso sexual, golpes, despido injustificado, acusaciones falsas de robo, humillaciones, insultos, accidentes de trabajo, prohibición de profesar su cultura y lengua indígenas, confiscación de documentos y prohibición de dejar el sitio de trabajo en ningún momento, negación de alimentos y atención sanitaria y exceso de trabajo sin ningún descanso.

Desde nuestro programa, Igual valor, Iguales Derechos, trabajamos de cerca con el extraordinario movimiento de trabajadoras del hogar de la región, sector en que las violencias mencionadas no sólo existen, sino que son la rutina diaria de 19 millones de mujeres en el continente.  Sin embargo, estas historias también se asemejan en la larga e incansable lucha por el reconocimiento de su trabajo, su organización y su perseverancia. Este año, en el marco de este 25 noviembre y 16 días de activismo contra la violencia hacia las mujeres y las niñas, las organizaciones del movimiento de trabajadoras del hogar se movilizaron en las calles pacíficamente para recordarle a la sociedad que existen y que se solidarizan con las luchas de todas las mujeres, organizaron eventos para motivar el debate público sobre sus derechos, crearon información, movieron conciencias y mostraron que su movimiento es regional y nunca deja de luchar!

La presencia de la UNTHA (Unión de Trabajadoras del Hogar y Afines) en la marcha #VivasNosQueremos en Ecuador, la participación de SITRADOMSA (Sindicato de Trabajadoras Domésticas y Similar y a Cuenta)  en la Vigilia por los feminicidios en Guatemala, el relieve del caso de Maribel Flores[2] por parte de las organizaciones de trabajadoras del hogar en Honduras durante la marcha contra la violencia hacia las mujeres, nos lleva a comprender que no existen luchas aisladas.

En Colombia la UTRASD (Unión de Trabajadoras Afrocolombianas del Servicio Doméstico), también se movilizó en distintas ciudades y mediante sus redes sociales denunció la violencia en los espacios de trabajo.

Las organizaciones fueron partes de conversatorios como: “Por una Economía con Perspectiva de Género (Medellín), “Situación de las Trabajadoras Remuneradas del Hogar en Ecuador” (Quito), intercambios entre sindicatos (Ciudad de Guatemala), talleres de preparación de mensajes claves (Tegucigalpa) y proyecciones de películas (CDMX), entre otros eventos. Regionalmente, nuestro programa Igual valor, Iguales derechos impulsó la campaña #TrabajoSinViolencia, y tuvimos gratos apoyos de socias y aliadas para llevarla adelante, resultando en casi 15,000 firmas de respaldo a nuestra petición de apoyo al nuevo Convenio de la Organización Internacional del Trabajo sobre violencia de género y acoso en el espacio de trabajo.

Una de nuestras mayores alegrías fue observar cómo el 5 diciembre en México, la Corte Suprema Nacional de Justica dio un fallo histórico, declarando inconstitucional que los empleadores/as no inscriban a las trabajadoras remuneradas del hogar al seguro social. Esto fue un gran paso para CACEH (Centro de Apoyo y Capacitación a Empleadas del Hogar) y todas las trabajadoras del hogar en México. Sin embargo, pensar que, a 70 años de la declaración de los Derechos Humanos, apenas hoy se reconozca la seguridad social como un derecho a las trabajadoras del hogar, nos habla de la imperante necesidad de seguir apoyando esta lucha.

Es tiempo de que los gobiernos, movimientos sociales, empleadores y la sociedad en general escuche las demandas de las trabajadoras del hogar. Las leyes y mecanismos de protección que se puedan generar desde los gobiernos son esenciales, sin embargo, estas deben ir de la mano con el reconocimiento del trabajo del hogar como trabajo, de las trabajadoras del hogar como mujeres trabajadoras y del reconocimiento de sus organizaciones como actoras políticas fundamentales cuyas voces deben oírse con atención y multiplicarse por todas partes del continente.

[1] CEPAL se registró al menos 2.795 mujeres víctimas de feminicidio en 23 países de América Latina y el Caribe (CEPAL, 2017).

[2] El 11 de agosto en Yoro, Honduras, Maribel Flores, trabajadora del hogar de 55 años, fue víctima de femicidio por su empleador Francisco Maldonado mientras ella trataba de proteger a su empleadora quien estaba siendo víctima de violencia doméstica en manos de su esposo.

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